Birmingham, Inglaterra, 1978

Idris Khan

Su interés por el tiempo no ha disminuido y la cámara es el medio que utiliza para captar el momento. Kahn aprovecha su interés en temas como la filosofía, la música, el arte, la poesía, la religión, la cultura, la arquitectura o la literatura para incorporarlos de algún modo en su obra.

Artista que trabaja con una gran variedad de medios, Khan nació en Birmingham pero creció en una ciudad comercial de los West Midlands llamada Walsall. Inicialmente estudió fotografía en Derby y, aunque su carrera se ha bifurcado en distintos medios, su interés por el tiempo no ha disminuido y la cámara es el medio que utiliza para captar el momento. Khan se graduó con un máster en el Royal College of Art.

Kahn aprovecha su interés en temas como la filosofía, la música, el arte, la poesía, la religión, la cultura, la arquitectura o la literatura para incorporarlos de algún modo en su obra. Una de las primeras piezas con las que captó el interés de la crítica fue Every… page of the Holy Qur’an (2004), en la que utilizó el Corán como material de trabajo. Khan fotografió una a una las páginas del libro sagrado y superpuso las imágenes a modo de transparencias, una labor que tardaría dos meses en concluir. El resultado es un patrón ilegible, un suave desgaste de líneas geométrico y abstracto: el libro está ahí para que lo veamos, pero no podemos leerlo. Se trata de una obra que habla de la ambivalencia que siente hacia su religión de nacimiento. Khan busca con esta obra reencontrarse de algún modo con sus orígenes culturales.

En 2010 Khan sufrió dos pérdidas importantes: su madre falleció y poco después su mujer, la escultora Annie Morris, tuvo un aborto. En un intento por asimilar el dolor volcándose en el arte para gestionar sus emociones, empezó a escribir sus sentimientos y con ese texto elaboró un cajetín que estampó reiteradamente en un círculo. Aquel patrón repetitivo y cíclico sería catártico y terapéutico para Khan, como un cántico, y marcaría el comienzo de sus obras de vidrio estampado, en las que superpone láminas de vidrio para dar otra dimensión de profundidad al dibujo. Como un estallido de color, la frase ocasional es visible, como un mandala, irradiando desde un punto de origen.

Este proceso de estratificación iniciado con el Corán vuelve a aparecer en su obra pero con partituras de música, otra de sus pasiones. En este caso aplica la misma técnica de superposición de imágenes, de modo que intuimos las notas musicales pero no podemos leerlas en su totalidad. Un buen ejemplo de esta serie es la obra perteneciente a la colección Hortensia Herrero titulada Lost Happiness. Una pieza que en un primer momento nos puede parecer abstracta, si bien al acercarnos descubrimos esas partituras superpuestas unas sobreotras. Esta obra refleja ya esa influencia del expresionismo abstracto norteamericano, más patente en obras posteriores, en las que se puede apreciar un claro homenaje a Mark Rothko.

Muestra de sus obras en el CAHH